“La vida de un niño es como un trozo de papel en el que todos los que
pasan dejan una señal.”
(proverbio chino)
En estos tiempos, en los que las familias y las escuelas se necesitan para la educación de los hijos/as/, alumnos/as, por la dificultad para conciliar el trabajo y la vida familiar, se observa cada vez más niños/as con dificultades para controlar la frustración, la agresividad y con actitudes negativas, llegando incluso a la tiranía.
¿Cómo puede ocurrir? si cada
vez se tiene más información, las familias están más preocupadas por sus
hijos/as y en los centros educativos se cuenta cada vez más con profesionales
especializados multidisciplinares: psicólogos, pedagogos, fisioterapeutas,
docentes, educadores…
La familia es el lugar
principal de socialización, de educación y de aceptación de uno mismo. Es el lugar en el que una persona es
querida por lo que es y se le acepta como es. La valoración de la imagen que se
va haciendo de sí misma depende de la forma en que va percibiendo que cumple
con las expectativas de su familia, en cuanto a la consecución de metas y
conductas que se
esperan de ella.
Si crecen sintiéndose
queridos/as y seguros/as hay mayores posibilidades de que desarrollen una
adecuada identidad personal.
Cada
niño/a es único y se deben considerar tanto sus factores identificativos y
personales como su temperamento, habilidades, debilidades, mecanismos de
defensa, deseos y nivel cognitivo a la hora de comunicarse con él o ella y
educarle.
Una educación permisiva o de sobreprotección,
por parte de los padres/madres, puede ser el origen de una baja autoestima.
Este modelo educativo está muy presente en la actualidad, dado que los padres y
madres se exigen mucho a ellos mismos en su “rol parental” pero muy poco a sus
hijos/as, lo que crea gran desconfianza en sí mismos y es caldo de cultivo de
una cultura del no esfuerzo y la dejadez.
Un
ambiente familiar propicio para desarrollar una buena autoestima es
aquel que se caracteriza por su calidez, afectividad
y apoyo emocional, sin olvidar la importancia que tiene marcar
unos límites
razonables, consensuados por los padres/madres y conocidos por los
hijos/as.
Actualmente el
poco tiempo para disfrutar en familia hace que se sobreproteja a los niños/as
consiguiendo todo lo contrario a fomentar su autoestima, ya que se les inculca baja tolerancia a la frustración,
desconfianza, miedo y dependencia.
Sobreproteger a un niño/a es ir más allá
de cubrir y satisfacer sus necesidades y cuidados básicos. Es
pensar por él/ella, tomar decisiones por él/ella, solucionar todos sus
problemas... Estas actitudes pueden producir miedo, inseguridad, dependencia
del adulto y no aprender a gestionar la frustración.
Por ello hay que
tener en cuenta que, las cosas no son siempre como se quiere y las personas aprenden por las consecuencias
negativas y positivas fruto de las experiencias vividas, esto hace indiscutible
la necesidad de que el niño/a experimente
con el mundo para aprender a manejarse mejor en el futuro.
Si no les
dejamos caerse, nunca aprenderán a levantarse y no tendrán el recurso necesario
para la próxima vez.
Natalia Torres Thomas
Maestra Infantil y Pedagoga