Nos encontramos
ante una verdadera revolución en las aulas. Los ordenadores, las pizarras
digitales, la introducción de dispositivos móviles en la clase...día a día, nos
vemos rodeados de pantallas que nos sitúan en una posición, a veces, incómoda.
¿Quién, como
educador/a, no se ha sentido intimidado/a por un niño o una niña que ha sabido
manejar mejor el dispositivo que se iba a usar en ese momento?
Las pantallas, los
dispositivos, son a la vez arma y recurso: bien utilizados, pueden ser nuestro
mejor aliado, con un pobre conocimiento de los mismos, pueden ser nuestra peor
arma.
Tanto para niños/as, como para adultos.
Es ahí donde
entramos los educadores y las educadoras, maestros/as, profesores/as...todos
los que nos enfrentamos cada día a las aulas, debemos saber manejar dichos
dispositivos, La red, de una manera fluida para estar un paso por delante de
los alumnos y alumnas, algo harto difícil, ya que se han convertido en
verdaderos expertos casi desde el nacimiento: se ven expuestos a los dispositivos
móviles desde edades tempranas, para ellos/as es un juego y es totalmente
intuitivo y cambiar de canal en la tele, buscar vídeos en Youtube y hacer fotos
con el móvil, se ha convertido en un acto casi reflejo en los niños/as.
Lo que a los
adultos nos cuesta tanto, ellos/as lo hacen en un abrir y cerrar de ojos.
Sin embargo, por
mucho que sepan manejar la parte tecnológica de las redes, hay algo que, como
niños/as, no han llegado a comprender: la importancia de la gestión de las
emociones a la hora de, por ejemplo,
utilizar las redes sociales. Hemos escuchado que las redes sociales son un
problema, pero no es verdad: las redes sociales, en sí, no son el problema, la
dificultad y los conflictos vienen cuando no se ayuda a los más pequeños/as a
gestionar lo que sienten, a solucionar conflictos, a expresarse correctamente,
a respetar, a preservar su intimidad…
Y ahí entra de
nuevo el papel de los educadores y las
educadoras, maestros/as, profesores/as...tenemos un responsabilidad, como
profesionales, de aprender, para poder luego enseñar, a todo eso que queremos
que hagan los niños y las niñas, sin tener un ejemplo claro y válido.
Si vamos dos pasos por detrás, no podremos observar las dificultades, las necesidades del alumnado y no podremos ayudarles. Los casos de cyberacoso ya sea por racismo, homofobia o violencia de género, entre otros, amparados en el anonimato o en la seguridad que dan las pantallas, crecen de una forma alarmante y debemos saber gestionarlos en nuestros centros.
Una buena formación
en nuevas tecnologías y redes sociales, nos ayudará a mejorar como
profesionales y a ayudar a nuestros/as alumnos/as a crecer en un entorno
virtual más sano, seguro y feliz.
Adela Martín López
Maestra de Educación Infantil y grado de Educación Primaria con mención en Inglés
Maestra de Educación Infantil y grado de Educación Primaria con mención en Inglés