Nos hace gracia, pero detrás de esa imagen hay una realidad: trabajar en el aula no es tarea fácil, y si además lo hacemos en un aula de infantil, mucho menos.
Siempre digo que la educación se puede representar como una pirámide a la inversa, en la que la educación infantil está en la base y el reconocimiento que hay respecto a los profesionales que se dedican a ella es proporcional a ese piquito que se encuentra a la base! Está claro que lo que nos mueve es un profundo amor por nuestra profesión y por los niños.
Todos los que han estado en el aula saben que el nivel de responsabilidad y la exigencia hacia nosotros mismos son extremos.
Nuestro trabajo no se ciñe solo a la atención de los niños, cantar canciones en la asamblea, atender sus necesidades, darles ese abrazo tan reconfortante para curar ese gran “dolor” que tienen en un momento determinado, y a tener nuestras programaciones al día: ojalá fuese tan sencillo.
El día a día está repleto de situaciones imprevisibles que hacen que en muchas ocasiones no podamos o no debamos seguir con nuestra programación como teníamos previsto.
Un inesperado acontecimiento: un niño indispuesto, un día alborotado en el que parece que un tsunami ha atravesado el aula, hacen que como un prestidigitador, saquemos de la chistera otros recursos para reconducir el aula y salir airosos de la situación…
¿Y qué decir de los papás?…siempre he pensado que nos preparan y nos hacen estupendos profesionales para trabajar con los niños, pero ¿qué pasa con algunas familias? Que “si mi niño come fenomenal en casa”…y luego se provoca arcadas en cada cucharada de puré que le acercamos a la boca…”¡déjame el chupete que si no en el coche no para de llorar!” pero si en la escuela está todo el día sin acordarse de él…y no hablemos del pañal o si tiene unas “fiebres improvisas”!
¡Qué desgaste!
Hace unos días nuestra coacher Teresa Nafria nos ha ayudado a entender lo importante que es que nos tomemos un tiempo para que nos acordemos que somos personas y que es necesario que recarguemos las pilas para poder dar lo mejor de nosotros mismos…y esto no solo pensando en el trabajo, sino también en el ámbito familiar, ya que frecuentemente nos llevamos los problemas a nuestras casas.
Cómo trabajar cuerpo, mente y emoción para sentirnos plenos, cómo aprender a conocernos; lo importante que es definir las metas claras y alcanzables, perseguir los objetivos que nos proponemos, uno a uno, sin prisas pero sin perder de vista nuestros propósitos.
Cómo gestionar las emociones y transformar los pensamientos que nos limitan en fortalezas (esto sobre todo a la hora de hablar con las familias).
Fue una experiencia muy enriquecedora, gracias sobre todo a la gran entrega de los participantes, todos ellos pertenecientes a las escuelas Nemomarlin de Boadilla, Rivas, Majadahonda, Arturo Soria y Guindalera.
Al finalizar la sesión nos hemos dado cuenta que lo extraordinario de nuestro trabajo es que aunque desplumados como ese búho, cuando llega el mes de junio, todo lo vivido con nuestros niños y con sus familias lo recordaremos gracias a nuestra profunda vocación hacia la enseñanza que nos hace olvidar… pero ¿y si a partir de ahora nos cuidamos un poco más?
Emma Caminiti
Directora Departamento Formación
Consultoría Educativa Integral Cero6
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