Este aspecto me ha llevado a reflexionar sobre el por qué cada vez más, en el año 2017 se mira hacia el pasado buscando en unas metodologías de hace 100 años, la posibilidad de introducir aspectos innovadores a su actividad diaria.
Quizás de ahí surge la respuesta sobre el por qué se mira tanto hacia estas metodologías y qué es lo que persiguen los profesionales del siglo XXI, de figuras como Montessori, Pikler o Malaguzzi.
Detrás de este interés creciente, está la necesidad de recuperar esa faceta del educador que acompaña el desarrollo del niño desde el respeto; un facilitador del espíritu crítico del niño; una figura que acompaña los procesos de aprendizaje; un guía, que colabora con los niños en su descubrimiento del mundo; una figura que da seguridad y que tiene como objetivo permitir que el niño llegue a la edad adulta con la capacidad de desenvolverse plenamente.
Para los profesionales comprometidos con su tarea, lo que hace atractivas todas estas metodologías, es su especial interés en aspectos como la libertad, la individualidad, el respeto por los otros y por uno mismo, la autonomía, la iniciativa y la autodisciplina.
Para lograrlo, el educador debe poseer unas actitudes como acompañante, para ayudar al niño a actuar, para que, como decía Pikler,
"aprenda y adquiera capacidades y conocimientos mucho más sólidos que si se intenta inculcarle desde el exterior estos mismos aprendizajes".
GRACIAS a todos esos profesionales que cada día, con su trabajo, dignifican la profesión del maestro.
Emma Caminiti
Directora Departamento Formación
Cero6 Consultoría Educativa
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